“AgriPV: uso compartido de suelos para la agricultura y generación de energía solar fotovoltaica”, es el nombre del estudio desarrollado por Fraunhofer Chile, GIZ y la Universidad Federico Santa María, en el marco de la Energy Partnership Chile – Alemania, que propone medidas legales, financieras y sociales para fomentar la implementación de los sistemas agrivoltaicos, que pueden ser clave para enfrentar la sequía en la agricultura, producto del cambio climático.
La escasez de agua, producto del cambio climático, tiene grandes repercusiones en la producción agrícola y los sistemas agrivoltaicos (AgriPV), han demostrado un gran potencial para mitigarlas.
Su principio es el doble uso del suelo: en el mismo terreno se genera electricidad y se cultiva, evitándose así la competencia por el espacio disponible.
Los paneles fotovoltaicos, instalados sobre los cultivos, aportan sombra y disminuyen la evapotranspiración, es decir, la evaporación de la humedad del suelo y la transpiración de agua de cultivos. Esto, puede llegar a reducir la demanda de riego en más de un 30%, según los estudios realizados por Fraunhofer Chile, a partir de la implementación de tres pilotos en la Región Metropolitana.
Es un sistema sinérgico, pues, mientras los cultivos están protegidos del exceso de energía solar, los módulos fotovoltaicos aprovechan la gran cantidad de luz entrante para generar electricidad. “El AgriPV no solo promueve la seguridad alimentaria e hídrica, sino que además incentiva la micro generación eléctrica distribuida cerca de los centros de consumo. Esto contribuye enormemente a la resiliencia climática, lo que es fundamental para los pequeños agricultores y la población rural que son siempre los más afectados”, señala Frederik Schönberger, ingeniero investigador de Fraunhofer Chile.
Pero a pesar de sus beneficios el AgriPV es aún incipiente. En Chile existen solo cinco proyectos agrivoltaicos en operación, tres de los cuales corresponden a las primeras plantas piloto desarrolladas en el país por Fraunhofer Chile, en Curacaví, Lampa y El Monte. Hay otras tres entre proyectadas o en construcción.
“Necesitamos una política específica para el desarrollo de AgriPV en Chile que asegure el desarrollo de la producción conjunta de alimentos y electricidad, considerando el tema del ahorro de agua.
Este sistema es una solución concreta a los desafíos del cambio climático, como la escasez de agua y el uso de energías renovables”, explica el director ejecutivo de Fraunhofer Chile, Frank Dinter, valorando el aporte del informe "AgriPV: uso compartido de suelos para la agricultura y generación de energía solar fotovoltaica", elaborado en conjunto por Fraunhofer Chile, GIZ y la Universidad Federico Santa María, en el marco de la Energy Partnership Chile – Alemania.
El documento, recientemente publicado, recomienda una serie de medidas en el ámbito legal, financiero y social, para el desarrollo de políticas públicas que fomenten los sistemas agrivoltaicos en Chile.
“Hay varias barreras que tenemos que sortear para escalar los sistemas agrivoltaicos, entre ellas, la distinción legal entre el AgriPV y la energía fotovoltaica convencional; incentivos financieros y de I+D+i, que permitan adaptar estas tecnologías a los distintos cultivos y contextos”, agrega Frederik.
Para la elaboración de las recomendaciones, los autores del estudio analizaron las experiencias de varios países, estableciendo las mejores opciones para la realidad chilena.